pienso, ahora, por este año muchas cosas, el gran descubrimiento; separar la teoría de la realidad.
Creo que con ideas, al menos yo, pude alguna vez derrumbar casi toda mi arquitectura mental. Las cosas que estaban ahi, antes de la conciencia, impuestas, publicitandose hasta en el sueño, autoproclamandose la verdad más obvia. Esas ideas que vinieron y que demolieron por causa y efecto, practicamente todo, ahora se llegaron a transformar en una especie de bandera, y no es que tenga algo encontra de los iconos, pero tan profunda fué la demolición y tan fuerte era la costumbre de sentir alguna especie de certeza, que todas esas ideas con forma de bandera, dibujos, discursos, se convirtieron en el presente, quizás también por la ganas que tenía de que eso fuese realmente así y poder diferenciarse de toda esa verdad inamovible; la de los "otros", cuyos edificios eran cada vez más altos y las personas cada vez más lejos.
Poder volver a derrumbar otravez las cosas, sin querer quizás, por la suerte o la mala suerte, es el resultado del sin sentido o del único e infinito, que trajo consigo nuevas facetas nihilistas. Separar las ideas de lo real, asumir el desequilibrio, el absurdo, la monstruosidad en nosotros mismos.
La sinceridad v/s la castración, la imagen y la mirada de los otros, el auto control, el miedo, los espejos, las ideas dibujadas en actos, en palabras, en un ideal de ser; baco v/s apolo. Eso fué lo que provocó el aterrizaje; identificar nuevas y auto castraciones gestadas con formas de conciencia y pensamiento que están ahí, como la primera insurrección, pero que son siempre algo distinto a lo que somos y a lo que hicieron de nosotros.
Excluida la racionalidad en el universo, no queda en él más que una necesidad, el devenir. La reafirmación constante y por lo mismo, la destrucción de todo nuevamente. Eterno retorno?
ResponderEliminarMargot Ubermensch!
(L)
n.